La importancia del NO



Hace meses, Juliana revolvía su ropa recién lavada y planchada. La tiraba al piso y hacía una lluvia de prendas. Me levanté y mirándola fijamente le dije “No Juliana, no tires la ropa”. Me miró con una sonrisa pícara y sin sacarme los ojos de encima, lanzó un vestido al suelo…


-     "Juliana te dije que no!”

-     “No tires la ropa!”

-     “No hagas eso!”

-     “Ya… deja de tirar la ropa”

-     “Ven conmigo, vamos a recoger juntas todo”

-     “A ver, quién la recoge primero gana!”


Al final, después de decirle mil veces que NO, lo que me funcionó fue cambiarle la situación, cambiar el juego, en vez de jugar a tirar la ropa… Juguemos a recogerla.

Después de unos días, como por obra del destino, entre grupos de crianza respetuosa y malas madres sin censura, me salió una nota que me cambió la perspectiva sobre la rebeldía y desobediencia de muchos niños, ante la palabra negativa. Y decía cómo el evitar decir la palabra “NO”, podría ser muy beneficioso para esos pequeños contreras.


Lo probé, lo puse a prueba de fuego y me funcionó. Me había quedado en shock cuándo la palabra que más repetía en el día era prácticamente, inútil frente a una niña de dos años.


En vez de decirle “No cojas eso”, le decía “Dejemos eso en su sitio y juguemos otra cosa”.

En vez de decirle “No saltes en la cama”, le decía “Saltar puede ser peligroso, podrías caerte, ven, vamos a sentarnos y leer este cuento”.

En vez de decirle “No tires tus juguetes al suelo”, le decía “Juguemos a recoger todo!”.

Había encontrado la clave para que mi hija deje de hacer algunas travesuras que no eran seguras del todo para ella. Y todo estaba en evitar decir “NO”.

Cuando un niño escucha la frase “No agarres eso” ellos suelen tomar lo más importante de la frase “agarres eso” y hacer caso. El ‘NO’ suele ser más bien ignorado. Sin embargo cuando reemplazamos la palabra negativa con una frase positiva pero contraria, lo entienden completamente.


No voy a decir que he dejado de decir “NO” por completo, nada que ver, incluso a veces se me sale. 

Y a veces lo uso en casos ya muy importantes, donde necesito que entienda la negación a esa acción, pero a mi NO, le sumo una explicación, de modo que entiende todo el contexto.


Por ejemplo:


-  Hija, no bajes las escaleras saltando, porque es peligroso y podrías golpearte.

-   Hija, no juegues con el agua, porque no debemos desperdiciar el agua, más bien (acá entra una frase positiva y contraria) vamos a limpiar juntas todo lo que se ha mojado acá.


Cada vez veo que muchos padres llegan a desesperarse, niños que no hacen caso para nada. Muy rebeldes, que les encanta dar la contra a sus padres. Padres que terminan gritando, porque claro, entiendo que a veces se llega a la frustración de que ese pequeñito no te entienda.


También alguna vez he alzado la voz y perdido la paciencia, al momento me arrepiento por no tener más paciencia y por eso es que esta fórmula ‘anti-negativa’ me funciona muy bien. Por qué no hay nada mejor que tener una buena comunicación.

Por supuesto, mi intención no es manipularla, mi intención es que conozca los riesgos de ciertas cosas y que a veces las cosas que hace no están bien. Cómo saltar bajando las escaleras o mojarse el pecho y salir al patio. Los padres estamos para guiar a nuestros hijos, entonces, ¿No es mejor guiarlos enseñándoles mejores opciones, que gritándoles o pegándoles?


Les aconsejo que lo intenten en casa, sé que a veces cuesta, pero cuando estén en ese momento a punto de explotar porque tu hijo se bañó en mantequilla. Respiren hondo, cuenten hasta cinco y comuníquense sin llegar a ningún tipo de violencia. Rían, a veces las travesuras son experiencias que podrían contar años más tarde y reírse de ellas.


Y si necesitan negar algo, intenten no negarlo y en su lugar, proponer algo más positivo.


Cuéntame si te funcionó este método, hagamos crecer la comunidad con experiencias.



Sheilla Acosta

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