Mi hija debe compartir, si ella quiere.



Mi hija ama a sus bebés, los alimenta, les cambia el pañal, les da el pecho o el biberón, es una mamá bastante dedicada. Dicho esto, puedo comenzar mi historia…


Estábamos llegando al parque de juegos, mi hija tenía una de sus muñecas favoritas, una bebé a la cual llama “Pepita”. Tres niñas se abalanzaron sobre ella para jugar con mi hija y su muñeca. Juliana lucía bastante incómoda, así que yo tomé voz por ella y les dije:

 “Ella quiere jugar sola con su bebé, más tarde seguro jugará con ustedes”.

Y una de las niñas me respondió:

“Ella debe compartir, compartir es bueno” – Insistiendo aún en querer jugar con Juliana, o más  bien en querer sacarle la muñeca.

Yo simplemente le respondí:

“Si ella quiere, puede compartir y si no, no está obligada a hacerlo” – con mi mejor sonrisa, de la mano de mi niña, fuimos a otra zona del parque y siguió jugando tranquila.


Las niñas por supuesto me miraron con cara de pocos amigos y se fueron a jugar a otro lado.


¿Yo estaba mal? Realmente era yo una egoísta y ¿Le estaba enseñando a mi hija a serlo de igual manera? Esas niñas desconocidas, que se abalanzaron a intentar quitarle la muñeca a mi hija y obligarla a compartir con ellas sin siquiera preguntarle, ¿No estaban para nada mal?


No, es que yo soy el adulto y tengo que enseñarle a mi hija que tiene que compartir, así ella no quiera.


Entonces caí en cuenta, que yo era la única en el parque que no obligaba a su hija a compartir. Una nana por otro lado le arranchaba el carrito a un niño para que “Aprenda a compartir” con otro. Obviamente, el primer niño se quedaba llorando desconsolado y ella solo le decía “Hay que compartir”

Eso se ve día a día en todos los parques, pero ¿Por qué? ¿Por qué estamos tan obsesionados en querer aparentar ser los más amables del mundo? Cuando estoy bastante segura, que la mayoría de adultos somos más egoístas de lo que creemos que somos. Y ser egoísta no está mal. Una persona debe aprender a darse lo que merece y decir que no, de vez en cuando.


Ese día, mientras regresaba con mi hija del parque le decía “Si no quieres prestar tu juguete, está bien, tu puedes decir NO si algo no te gusta”


Pero acá viene lo malo de la sociedad, la sociedad no respeta los NO de los niños, ¿Por qué? Los niños también tienen derecho de que algo no les guste. Vale, no le gusta el brócoli a tu hijo, ¿Vas a insistir hasta que llore sólo para coma brócoli? Habiendo mil alimentos igual de nutritivos que el brócoli, que probablemente sí podrían gustarle. Me refiero a que, ¿Por qué como adultos nos encanta sobrepasar los límites que los niños nos ponen?

No piensan que respetar su NO, puede significar enseñarle a que su negación es importante. Un niño debe aprender a decir que NO, un niño que sabe negar algo, sabe que si alguien le hace algo, incluso cuando él se negó, puede decirlo.


Darles poder de decisión.

“¿Quieres prestar tu juguete con Juanito?”

No.

“Lo siento Juanito, él prefiere jugar solo hoy”


Pero, vamos a los días posteriores, cuando Juliana congenió muy bien con una niña que jugaba en el tobogán, sin si quiera preguntarle, ella le prestó su pelota y jugaron juntas. Eso es algo que un niño aprende.


El ser egoísta, el ser compartido, eso se aprende con el tiempo, hay cosas que mi hija no querrá compartir, cómo el Mickey Mouse que le regaló su papá o alguno de sus bebés. Pero eso no la hace egoísta, le da poder de decisión. Y está bien, no creo que tú quieras prestar ese regalo especial al que le tienes mucho cariño.


Sentí que debí hacer esta entrada al blog, porque pienso que si a alguien le sirve mi experiencia y toma un poco de consciencia en respetar lo que tu pequeño pueda sentir o querer, se puede avanzar un poco más en la sociedad, a hacer generaciones más decididas, con más amor propio, con más autoestima, con más libertad para expresarse, más felices consigo mismos. Y eso es algo que todos los padres deseamos.

¿Cierto?




Sheilla Acosta - Wawasumaq

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los tatuajes y donar sangre